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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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02-10-2010

 

 

 

 

Uruguay y las FF.AA.

SURda

Julio A. Louis

Según el materialismo dialéctico el Estado es un órgano de dominación al servicio de la clase o bloque de clases dominantes. Es un producto de la separación de la sociedad en clases sociales antagónicas, en tanto se vuelve necesario un poder superior, en apariencia situado sobre la sociedad, pero que responde a los intereses de la clase o clases dominantes. “El Estado no es más que una máquina para el aplastamiento de una clase por otra” (Engels). En el capitalismo es un órgano de dominación de la burguesía o del bloque de clases del gran capital “lo mismo en la república democrática que en la monarquía” (Engels). Las Fuerzas Armadas cumplen en el Estado funciones de contención, represión y defensa frente a agresiones. Si esa es la visión general del marxismo, no debe olvidarse que la esencia de éste es “el análisis concreto de la situación concreto” (Lenin). A partir de esas premisas vale considerar el rol de las Fuerzas Armadas en el pasado y presente de Uruguay.

En el Estado Oriental del Uruguay del siglo XIX no es cierto que el Ejército sea heredero del de Artigas. Éste fue vencido y su ejército destrozado. Se recompone en la Cruzada de los Treinta y Tres, pero lograda la independencia, en los conflictos de blancos y colorados -que llegan a ser dos Estados, el del Cerrito y el de la Defensa- vuelve a desintegrarse. En realidad, el Ejército que perdura es el del Gral. Venancio Flores, ejército tan títere como su jefe tanto de Argentina como de Brasil (y en última instancia de Gran Bretaña), feroz represor del pueblo paraguayo en la Guerra de la Triple Alianza o Triple Infamia (1865-1870). Ese Ejército durante décadas respondió a las directivas del Partido Colorado, dominante en la democracia restringida de la Constitución de 1830 (excluyente de las mujeres, de los analfabetos, soldados de línea, peones a sueldo) o, peor, es directo protagonista del militarismo pro-británico de Latorre y Santos.

Cuando nace el Partido Socialista propone su disolución con fundadas razones: su presencia resultaba ineficaz ante eventuales agresiones de sus vecinos, y en tal caso el instrumento efectivo de Uruguay era la vía diplomática, nunca la resistencia de su Ejército. La incapacidad militar del país se mostró por ejemplo, cuando en 1908 los montevideanos despertaron con el tronar de los cañones de la flota argentina con un simulacro bélico basado en la Doctrina Zeballos (1898), según la cual todas las aguas del Río de la Plata le pertenecían, y los límites del Uruguay sería la línea de bajas mareas. O cuando Alemania nazi hundió dos mercantes uruguayos en el Caribe (1940).

Si el Ejército o -creadas la Marina y la Fuerza Aérea- las Fuerzas Armadas eran discutibles, la adopción entusiasta de la Doctrina de la Seguridad Nacional, desnuda su rol de fuerzas títeres del imperialismo norteamericano y represoras de su pueblo, lo que las desacreditan frente a la ciudadanía. Por eso es grave que sigan reivindicando su papel represivo de “los tupamaros” (en realidad, de represores de todo el pueblo) ocultando a quienes servían, de quienes dependían, de dónde provenía su ideología “nacionalista”.

Sin embargo, pese al papel desempeñado (Plan Cóndor incluido), ha llegado la hora de América Latina o “nuestra América”(indo-afro-latina) con otra correlación de clases y la gestación de otros Estados al servicio de los pueblos. Ella tiene un enemigo visible, la potencia hegemónica militarmente, EE.UU. Cuando Brasil modifica su hipótesis de conflicto (antes pensado contra Argentina y ahora centrado en la protección de la Amazonía), aunque no necesite explicitarlo, se precave de la potencia que quiere internacionalizar la Amazonía y que posee capacidad militar para convertirse en un peligro real. Cuando se constituye el Comando de Defensa Sudamericano, no es sólo para combatir al contrabando o al narcotráfico, sino una eventual agresión exterior. ¿Quién amenaza con la 4 a . Flota? ¿Quién utiliza las bases militares colombianas? ¿Quién provocó el golpe hondureño? ¿Quién intentó derribar a Chávez?

El conflicto bélico de nuestros días no será contra uno de nuestros vecinos. Sí puede ser que América del Sur deba defenderse de una agresión exterior. La vieja formulación socialista (disolución del Ejército como en Costa Rica) responde a parámetros superados, y hoy desarmar a estas naciones sólo facilita la agresión imperialista. El Comando de Defensa Sudamericano ubica el qué hacer militar, y en ese marco, sí tienen sentido las Fuerzas Armadas. Sólo que nos queda la duda de si estas FF.AA. orgullosas de su “mochila” represiva, son confiables y están dispuestas a ser antiimperialistas y no títeres de los imperialismos de turno, como han sido hasta hoy. De ellas deben partir otros gestos: hasta ahora han defendido su pasado, el mantenimiento de la impunidad, de los acuerdos del Plan Cóndor incluyendo su aplicación tardía (secuestro y asesinato de Berríos) y la defensa de los implicados directos. Esperamos definiciones: nunca es tarde para pensar que las FF.AA. y el pueblo se reencuentren como en tiempos de Artigas.

 

 

 
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